La Corona de Adviento es un recurso pedagógico que resalta la peculiaridad de este tiempo. Las luces, el color verde, la forma circular son signos que recuerdan la Vida que Cristo el Señor trae y las actitudes para recibirlo y vivir este tiempo litúrgico en una actitud de espera activa y gozosa.
Se puede emplear la imaginación y crear coronas bellas, sencillas, dignas y agradables. Seguro que nos ayudará a tener más presente el tiempo en que nos encontramos. Las oraciones que se presentan pueden acompañar el momento de encender cada una de las velas de la corona. Sería bueno que también junto a las velas coloquemos signos
nos recuerden a la Virgen María, al profeta Isaías y a Juan Bautista, que son los personajes principales de estos días.
Desde muy antiguo, el profeta Isaías anunciaba:
"Vendrá el señor, juzgará a los pobres con justicia
y nunca más alzará la espada pueblo contra pueblo,
porque los corazones estarán llenos
de conocimiento del señor".
Como Él, deseamos un mundo nuevo, transformado, lleno de Dios,
en el que no haya mal, ni dolor, ni injusticia, ni pobreza, ni corazones cerrados.
Encendemos, Señor esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana de Adviento, queremos levantarnos para esperarte preparados. Para recibirte con alegría.
Muchas sombra nos envuelven, muchos halagos nos adormecen, queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú nos traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera.
Allí en el Jordán, el último profeta, Juan el Bautista, proclamaba:
"Preparad el camino del Señor; allanad sus senderos.
Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos".
Siguiendo la llamada de Juan Bautista, queremos preparar el camino del Señor: queremos transformar nuestro corazón y queremos transformar nuestro mundo.
Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas.
EI viejo tronco está rebrotando, florece el desierto.
La humanidad entera se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
Y en Nazaret empezó todo:
"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
No temas, María: concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo,
y le pondrás por nombre Jesús"
En las tinieblas se encendió una luz.
En él desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar.
Preparad sus caminos, porque ya se acerca.
Aclamad vuestra alma como una novia se engalana el día de su boda.
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz, sino el que anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas queremos ser antorchas tuyas para que brilles y llama para que calientes.
¡Envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor! ¡Ven, Señor a salvarnos!
Este último domingo de Adviento, al encender las cuatro velas. como María, con toda la confianza, con todo el amor, con un hondo espíritu de fe y de oración. esperamos el nacimiento de aquel niño que renovará nuestras vidas; aquel niño que nace en Belén y que nos llama a compartir un día su vida para siempre.
Al encender estas cuatro velas, en el último domingo, pensamos en la Virgen María, tu madre y nuestra madre.
Nadie te esperó con más ansia, con más ternura, con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.
Te sembraste en ella como el grano de trigo se siembra en el surco.
En sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así: en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.
Llega el día, la aurora de la salvación.
Cuando el pueblo se llena de esperanza.
Llega el día, la aurora de la salvación.
Porque el día a la noche venció y el sol brilló.
EL Señor trae la paz, viene con la verdad;
en sus manos ya brilla la antorcha de libertad.
Llega el día, la aurora de la salvación.
Porque el día a la noche venció y el sol brilló.
Preparad los caminos del Redentor, del Salvador;
allanad al Señor los senderos.
Enterrad el temor, la esclavitud, la humillación,
porque Él nos dará la salvación.
Con su brazo abrirá mis caminos;
a su lado seré peregrino.
Llega el día, salid al encuentro de Dios.
Preparad el camino al Señor Libertador.
EI destierro acabó, el desierto pasó,
la esperanza brilló, de la mano Dios.
Ven, Señor Salvador.
Antes de la medianoche del 24 de diciembre, cuando está reunida la familia para colocar la imagen del Niño Dios en el pesebre, pueden orar con esta breve oración, para pedirle a Jesús que nazca en los corazones de cada integrante de la familia.
Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra:
En esta noche santa te queremos dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar. Gracias por nuestros amigos, vecinos y por las personas que trabajan con nosotros.
Bendícenos en este día tan especial en el que celebramos el nacimiento de tu Hijo. Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con alegría y con esperanza. Estamos reunidos para adorarlo y darle gracias por venir a nuestro mundo a llenar nuestras vidas.
Hoy, al contemplar el pesebre, recordamos especialmente a las familias que no tienen techo, alimento y comodidad. Te pedimos por ellas para que la Virgen y San José les ayuden a encontrar un cálido hogar.
Padre bueno, te pedimos que el Niño Jesús nazca también en nuestros corazones para que podamos regalarle a otros el amor que Tú nos muestras día a día. Ayúdanos a reflejar con nuestra vida tu abundante misericordia. Que junto con toda la creación, vivamos siempre alabándote y glorificándote.
EN ESTE MOMENTO ALGUIEN DE LA FAMILIA PONE AL NIÑO JESÚS EN EL PESEBRE.
Santísima Virgen María, gracias por aceptar ser la Madre de Jesús y Madre. Nuestra. Gracias por tu amor y protección. Sabemos que día a día intercedes por nosotros y por nuestras intenciones, gracias Madre.
Querido San José, gracias por ser padre y protector del Niño Jesús, te pedimos que ruegues a Dios por nosotros para que seamos una familia unida en el amor y podamos ser ejemplo de paz y reconciliación para los demás, amén.
AHORA TODOS JUNTOS REZAN UN PADRE NUESTRO, UN AVE MARÍA Y TERMINAN DICIENDO: GLORIA AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO, COMO ERA EN EL PRINCIPIO, AHORA Y SIEMPRE, POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, AMÉN.
PARA FINALIZAR SE PUEDE ENTONAR EL SIGUIETE CANTO Y TODOS SE DAN UN ABRAZO DE PAZ.
Noche de paz, noche de amor
Todo duerme alrededor
Entre los astros que esparcen su luz
Viene anunciando al niñito Jesús
Brilla la estrella de paz, brilla la estrella de paz
Noche de paz, noche de amor
Todo duerme alrededor
Luz en el rostro del niño Jesús
En el pesebre del mundo la luz
Astros de eterno fulgor
Astros de eterno fulgor
Noche de paz, noche de amor
Oye humilde el fiel pastor
Coros celestes que aclaman salud
Gracias y glorias en gran plenitud
Brilla la estrella de paz, brilla la estrella de paz.
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